jueves, 19 de mayo de 2016

Gran hotel (1932)

Una vuelta…a un hotel de lujo
Grand hotel 1932
Corrían los años 30 y la Metro-Goldwyn-Mayer tuvo una arriesgada e insólita idea, reunir en una misma película a las grandes estrellas de la productora. Para ello, compraron los derechos de la novela homónima de la escritora austríaca Vicki Vaum. La película fue dirigida por Edmund Goulding y obtuvo el premio Oscar a la mejor película. 

Se trata de un drama coral, con ciertos momentos cómicos, en el que se entrelazan las historias de los personajes que se alojan en el mejor hotel de Berlín. El barón Félix Von Gaigern (John Barrymore) que se dedica a robar para pagar sus deudas. Un contable, Otto Kringelein (Lionel Barrymore, hermano del anterior), que decide disfrutar de sus últimos días gastando todos sus ahorros. La famosa bailarina Grusinskaya (Greta Garbo), que actúa en la ciudad. Una joven secretaria, Flaemmchen (Joan Crawford), con aspiraciones de actriz. Preysing (Wallace Berry), un arrogante y mal educado hombre de negocios. Y finalmente, el Dr. Otternschlag (Lewis Stone), un veterano de la Primera Guerra Mundial residente permanente del hotel. 

Grand hotel 1932
Mi opinión sobre las actuaciones es bastante desigual. Greta Garbo a veces resulta un poco sobreactuada. Posiblemente pueda deberse a que su papel es poco más que testimonial teniendo apenas contacto con la mayoría de los protagonistas. Joan Crawford, sin embargo, realiza una interpretación muy buena y dinámica. Tengo que destacar además la vis cómica de Lionel Barrymore, sin lugar a dudas el personaje más entrañable. A destacar sus escenas junto a Lewis Stone, quién le da el contrapunto pesimista y serio.
Grand hotel 1932
Una frase que pronuncia este último, L. Stone, en dos ocasiones define una de las carencias más llamativas del film: “Gran hotel. La gente viene y se va”. Quizá porque la gente va de un sitio para otro sin apenas detenerse, no se llega a profundizar en la personalidad de los huéspedes. Hacia el final, los hechos trascurren algo precipitados por lo que creo que, siendo una película de casi 2 horas de duración, podríamos habernos ahorrado ciertas escenas algo aburridas – por ejemplo la reunión de Preysing con los inversores- y desarrollar más esta última trama y las reacciones de los diferentes personajes ante el desenlace final. 
Grand hotel 1932
Los decorados son otro punto fuerte de “Gran hotel”. La recepción, de estética art-déco, es simplemente preciosa y han sabido sacarla mucho provecho con unos hermosísimos planos cenitales. Apenas vemos planos exteriores, pero tengo que destacar la escena desde una terraza mientras de fondo podemos ver una panorámica de la ciudad. 
Grand hotel 1932
Para concluir, “Gran hotel” es un retrato de la vida de la clase acomodada europea y estadounidense tras la Gran Guerra. Sin embargo, tras un inicio prometedor, se enreda en un mar de historias y tramas, algunas de las cuáles bastante prescindibles. En cambio, disfrutamos de una magnífica fotografía a cargo de William Daniels y de unos decorados perfectos. 
 
Mi valoración

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