jueves, 16 de junio de 2016

El golem (1920)

Una vuelta…al golem de Praga
En esta ocasión os traigo un clásico perteneciente al expresionismo alemán, una corriente cinematográfica que empezó a llamarme la atención tras ver “Nosferatu (1922)” y de la que todavía no he hablado en el blog. 

El expresionismo alemán surge en la Alemania de principios del s. XX. Tras la Primera Guerra Mundial, Alemania se encontraba una situación de crisis económica y social derivada del pago de las reparaciones de guerra. El expresionismo es un reflejo de esta situación de pesimismo, inestabilidad y pobreza en la que se veía envuelta Alemania durante la República de Weimar (1918-1933). Se considera “El gabinete del doctor Caligari (1919)” de Robert Wiene como uno de los primeros filmes de este movimiento. Otros cineastas notables fueron F. W. Murnau, Fritz Lang, G. W. Pabst. Ernst Lubitsch o, el que nos atañe en esta entrada, Paul Wegener.
 
La que nos ocupa es la tercera película que dirigió Wegener sobre el mito judío de “El Golem”, un gigante de arcilla al que da vida el rabino Judah Loew para proteger el gueto de Praga de ataques antisemitas. Las dos anteriores versiones, la de 1915 y la de 1917, están incompleta y desaparecida respectivamente. En esta  tercera película, Wegener colaboró con Carl Boese como codirector y está basada en la novela homónima de Gustav Meyrink. 
“El golem” es una película que refleja la esencia del expresionismo. Al igual que en otras producciones de este movimiento, bebe de las leyendas y la cultura popular para construir un personaje misterioso y de carácter sobrenatural cuyas acciones están controladas por otra persona –al igual que ocurre con el sonámbulo Cesare en “El gabinete del doctor Caligari”. Además, la historia se sitúa en un barrio judío de la ciudad de Praga donde sus habitantes son perseguidos y viven en la miseria. Podemos ver un símil con la sociedad alemana del momento, como he comentado antes.
Los decorados son un punto muy a tener en cuenta, en especial los exteriores. La estructura curvilínea y asimétrica de las edificaciones da un aspecto dramático e ilusorio al film. Un punto algo negativo es que al principio la narración transcurre algo lenta. 
Para concluir, un muy buen ejemplo de expresionismo alemán pero carente de la emoción,  el impacto o la tensión de obras cumbre como “Nosferatu” o “Amanecer (1927)”.

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